Hace algunos años en la comodidad de mi casa tuve la suerte de ver una melancólica historia de amor. Donde Kevin Costner, le sabía dar vida a un “beisbolista” profesional de la liga nacional estadounidense. Una historia de amor magnífica, finalmente, lo poco que sé de cine es que todas son historias de amor. Pero, que nos mantenía, a los que amamos el deporte, en suspenso con la particular vida de este exitoso “pitcher” norte americano. La historia se paralizaba en su último juego, en la decisión que debiera tomar a sus 40 años. Y durante el transcurso con éxito de lo que sería su último partido. Igualmente, con esa audacia que tienen los experimentados directores de cine norte americano, viajábamos por los últimos sucesos, recuerdos de la carrera y por los profundos mares en las memorias de la vida personal del ficticio Kevin Costner.
Yo no soy Kevin Costner, ni su héroe de ficción, exitoso por cierto. Mi historia creo que finalmente es atractiva para pocas personas. Mi carrera quizás no ha sido ni un cuarto de maravillosa como lo son las grandes producciones hollywoodenses. Pero, a lo largo de estos últimos dos años yo también me he visto forzado, por las circunstancias dadas, en tomar una decisión que quizás jamás imaginé tendría que tomar a tan corta edad. Menos en mi condición de arquero, puesto de tanta longevidad, tan longevo como el de un “pitcher de beisbol” norteamericano.
Como decía, hace dos años empezó la triste historia del fin de mi carrera. Aunque tengo en mente en esa película tan propia, que realmente mi fin comenzó hace cinco años, en tierras Gallegas. Cuando en algunos exámenes médicos con el Pontevedra, me diagnosticaran Artrosis degenerativa en la articulación del hombro izquierdo.
¿Artrosis? Me dije, acaso no había escuchado antes que esto era una enfermedad de vejez. Que se presenta en el fin de la vida de nuestros abuelos. Sí, artrosis,esa mismísima enfermedad, aunque aún no sé cómo funciona, pero, sé que la sufro bien y como jode la condená.. A esto además, se le suma algunas inestabilidades, también en la articulación y bloqueos del mismo.
¿Artrosis? Me dije, acaso no había escuchado antes que esto era una enfermedad de vejez. Que se presenta en el fin de la vida de nuestros abuelos. Sí, artrosis,esa mismísima enfermedad, aunque aún no sé cómo funciona, pero, sé que la sufro bien y como jode la condená.. A esto además, se le suma algunas inestabilidades, también en la articulación y bloqueos del mismo.
Estos últimos meses, desde la lesión en el clásico han sido como el final de esta comedia romántica deportiva, la he mirado en cámara lenta una y otra vez. He jugado con el retroceso del DVD hasta el menú de configuración o menú inicial tantísimo ha sido posible. Revisando como cuando buscas la opción de subtitular, desesperado en si todo esta correcto. Mi cinta ha pasado lentamente por mi memoria y los lindos recuerdos de tantos viajes, y de todo el esfuerzo que se hizo para ser un arquero de dimensiones internacionales me aturden. En gran gesticulación como en el mejor cine mudo, he visualizado todos los momentos de alegría y tristezas, de grandes triunfos y grandes derrotas, de títulos conseguidos y de perdidos, de tanto placer por mi posición en el campo en cada entrenamiento diario, de tanta ilusión juvenil y tanta decepción adulta, de tantos amigos buenos compañeros que coseché y de tantas maldades que por mi origen acumulé.
Haciendo un “stop”, creo que es momento de ser valiente y honesto con mi pasión y tomar una decisión pronta. Porque cuando no te sientes bien. Cuando ya no puedes competir de igual a igual. Cuando el corazón quiere y el hombro no puede. Cuando pasas mas tiempo en las manos del buen “Lucho Yupanqui”, mas no, en las del buen “Miguelón”. Porque cuando tienes que competir con tres leones como Raúl, Lucho y Renzo, y no les puedes seguir el ritmo, porque cada estirada es una lágrima de dolor, cada estirada es un punzón profundo, en cada estirada se queda una parte de mi aún juventud ; es mejor ser honesto y como el buen Kevin Costner, tomar la decisión y decirle al jefe: “Que lo dejo por amor al juego”.
Así se llamaba la película que me conmovió hasta las lágrimas, “por amor al juego”. Eso fue lo que hice, siempre jugué por amor al juego. Nunca jugué por dinero. Jugué donde quise jugar y siempre fue con amor y por amor. Le entregué siempre mi corazón a los equipos que defendí.
Por eso: “Díganles, que lo dejo por amor al juego. Por amor a mi esposa. Por amor a mis padres. Por amor a mi familia. Por amor a los míos. Por amor a mis actuales compañeros. Por amor a mis verdaderos amigos de siempre. Por amor a los que confiaron en mí. Por amor a mis pocos seguidores e hinchas anónimos. Por amor a la “U”. Por ese inmenso amor que siento por el fútbol, que me hizo hombre.
Por eso: “Díganles, que lo dejo por amor al juego. Por amor a mi esposa. Por amor a mis padres. Por amor a mi familia. Por amor a los míos. Por amor a mis actuales compañeros. Por amor a mis verdaderos amigos de siempre. Por amor a los que confiaron en mí. Por amor a mis pocos seguidores e hinchas anónimos. Por amor a la “U”. Por ese inmenso amor que siento por el fútbol, que me hizo hombre.
Desde hoy pongo fin a mi historia como jugador de fútbol, pero, a los míos les digo que no temo y no teman por mi. Porque cuando finalizas una novela se empieza otra. Porque cuando finalizas un capítulo se abre y se escribe otro. Porque cuando uno cierra una puerta se abre otra, tan o quizás más intensa que la que se acaba e cerrar. Una puerta nueva y virgen, con nuevos retos y mejores motivaciones.
Por eso, cuando alguien deja a su gran amor no debe de mirar atrás, ni distraerse ojeando a los costados. Solo debes mirar hacia adelante, caminar sólo con dirección al norte y así, entregarte al horizonte, renovado en escribir una nueva historia. Por eso, cuando escribes fin, nunca debes mirar atrás, no voltees la cabeza, sal de tu capítulo, con la cabeza erguida, fresca, lista para comenzar a recorrer un nuevo camino.
Con ese mismo amor, hoy empieza mi nueva historia, empieza con mucho optimismo e ilusión el rodaje de mi próxima película y como Kevin, escribiré en una mágica pelota, díganles que lo haré siempre por amor al juego.